Ansiedad y Depresión

DEPRESIÓN

La depresión es un trastorno común que afecta a nuestro estado de ánimo y que se manifiesta a través de preocupaciones exageradas y reiteradas y de la dificultad para adaptarse a los cambios en la vida personal o profesional.

Se acompaña de un conjunto de síntomas como la tristeza, la falta de energía, el decaimiento, la irritabilidad, sensación de malestar, la preocupación excesiva, el aislamiento y la culpa que pueden disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad habitual, que pueden causar patrones de sueño alterados o pérdida del apetito, a veces se dan cambios del aspecto personal, enlentecimiento psicomotriz, llanto fácil o espontáneo, disminución de la atención, ideas pesimistas, ideas hipocondríacas y alteraciones del sueño.

Las causas de los síntomas pueden ser muy variadas y no siempre son claras, en cualquier caso el malestar es indicativo de la necesidad de realizar cambios en la vida de uno. Los trastornos depresivos pueden estar, en mayor o menor grado, acompañados de ansiedad.

Relación entre la ansiedad y depresión

Se consideran categorías diagnósticas diferentes, pero suelen estar íntimamente relacionadas. La explicación más clara se refiere a la depresión que surge de un intento de solucionar un problema. La solución del problema supone un esfuerzo que genera una ansiedad que se va incrementando a medida que se comprueba que no se puede solucionar el problema.

En ese momento aparece la depresión, pero lógicamente no se abandona del todo el intento de solución del problema con lo cual la ansiedad persiste asociada a la depresión.

ANSIEDAD

La ansiedad es una emoción que surge, como respuesta natural de adaptación, cuando una persona se siente en peligro.

Se considera un problema cuando se da una respuesta intensa y desproporcionada, que afecta a la actividad diaria, disminuye el rendimiento y se mantiene más allá de los motivos que la provocaron. En las sociedades avanzadas modernas, esta característica se ha desarrollado de forma problemática.

A menudo, es difícil identificar el origen del peligro, la mayoría de las veces son miedos muy inespecíficos, que se mantienen, bien por no saber resolver o por minimizar los efectos de aparente peligro o porqué ya se ha cronificado.

Los síntomas que aparecen son de tipo físico (palpitaciones, ruboración, respiración acelerada, sudoración, presión en el pecho), psicológico (preocupación, rumiación, falta de concentración, creencias de inseguridad y de pérdida de control) y conductual (paralización motora, hiperactividad, conductas de evitación).

Otro síntoma frecuente de ansiedad son las crisis de angustia o “ataques de pánico”: aparición brusca y repentina de miedo o malestar de carácter intenso, acompañada por algunos de los siguientes síntomas: palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de ahogo, opresión torácica, nauseas, inestabilidad, mareo o desmayo, miedo a perder el control, a volverse loco o a morir.

Es muy frecuente que después de algunos episodios de crisis de angustia aparezca la agorafobia como una complicación indeseable, esto es el miedo a sufrir un nuevo ataque en lugares normalmente concurridos, desde donde resulte difícil salir o recibir ayuda.

Estudios recientes han señalado que la terapia psicológica cognitiva no sólo es más eficaz que la psicofarmacológica a largo plazo para el tratamiento de la ansiedad y la depresión sino que además es mucho más aceptada por las personas ya que no tienen efectos secundarios y permiten resolver conflictos asociados a los síntomas.

La terapia farmacológica es útil, en algunos casos, para reducir los síntomas cuando son demasiado persistentes, pero la recomendación es combinarla con un acompañamiento psicológico.

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